domingo, 31 de marzo de 2013

Comunidad gay lleva seis décadas de lucha por sus derechos

En los años 50 las fiestas populares se convirtieron en el principal escenario para el inicio de una lucha -de seis décadas- contra la discriminación, protagonizada por la comunidad homosexual en Bolivia.

En ese entonces salieron a la luz personajes que, orgullosos de ser “maricas”, resistieron todo tipo de maltrato e insultos, sin pensar tal vez que su muestra de valentía tendría repercusiones hasta nuestros días.

Uno de ellos es el cantante, compositor y bailarín Gerardo Rosas, conocido como el Q’iwa, quien conquistaba las noches en las chicherías de Sucre con canciones populares y cuecas marcadas por zapateos y palmadas simultáneas.

“Fue un personaje histórico que marcó presencia como homosexual, en una época caracterizada por la discriminación. Su voz era tan aguda que muchos no podían identificarlo como mujer o varón”, relata David Aruquipa, investigador y presidente del colectivo Trans, Lésbico, Gay y Bisexual (TLGB) en Bolivia.

Fuera de las fiestas populares, el Q’iwa Gerardo cambiaba los aplausos por golpes y torturas. Incluso se dice que muchas veces fue agredido sexualmente.

Ya en los 70, durante la dictadura, aumentó el rechazo y condena y en una oportunidad lo llevaron al lago Titicaca para ahogarlo, atándole las manos y colocándole piedras. A pesar de ello, el cantante logró sobrevivir.

Otro personaje emblemático fue el compositor cochabambino Jaime del Río, cuyo nombre de pila era Jorge Ramírez, creador de decenas de cuecas y bailecitos que reflejan en sus letras una vida de discriminación. La más conocida es la canción Una pena tengo yo.

Excluido de su tierra natal, Jaime del Río llegó al barrio Chijini de La Paz, con ese aire elegante y afeminado que lo caracterizaba.

En ese mismo lugar, a raíz de su llegada, se gestaron grupos homosexuales que pronto se apropiaron de la entrada del Gran Poder, al crear el personaje de la china morena para que se luzca con la nueva estética de los travestis.

“Éste es otro proceso de reivindicación desde el baile, creando un personaje exótico, coqueto, atrevido y provocador, como eran las travestis”, dice Aruquipa.

Entre 1971 y 1978, durante la dictadura de Hugo Banzer Suárez, los homosexuales fueron perseguidos y castigados sin piedad.

Las lesbianas eran sometidas a torturas y muchas de ellas fueron agredidas sexualmente para que “reconozcan su rol de mujeres”.

Hacia la reivindicación

Ya en los 80, con la recuperación de la democracia en el país, surgieron las primeras agrupaciones orgánicas de personas con diversas preferencias sexuales, a raíz de la crisis de salud pública en torno al VIH sida.

“La comunidad gay fue la más afectada por esta enfermedad, lo que provocó que sea estigmatizada; pero también movió a organizaciones internacionales para luchar contra el sida, lo que permitió reunir a los homosexuales de Bolivia”, explica la investigadora Paula Estenssoro, de la Comunidad Diversidad.

Estos encuentros, propiciados por talleres sobre prevención del sida, permitieron, desde 1992, la organización de movimientos sociales como el Grupo Dignidad en Cochabamba, Uneldys en Santa Cruz y el Movimiento Gay en La Paz, que actualmente se conoce como Adesproc Libertad.

Además, los involucrados desarrollaron actividades con visibilidad pública, como concursos de belleza de transformistas, para reivindicar sus derechos ante el acoso y maltrato de la Policía en los boliches que frecuentaban.

A finales de los 90 surgió una nueva figura pública en Santa Cruz, Mario Hígado, un homosexual famoso por el revuelto de hígado que preparaba en un mercado cruceño y por las fiestas de Gala Gay, destinadas a recaudar fondos para personas con VIH.

Después aparecieron, en otras ciudades, travestis que se lucían con llamativos vestuarios y exagerados maquillajes, desempeñándose cotidianamente como peluqueras, costureras, comideras y hasta curanderas.

Lucha consolidada

A partir de 2000 se dio la apropiación de espacios públicos y la articulación de un movimiento nacional de las diversidades sexuales, con conquistas políticas, sociales y culturales.

Es cuando empezaron a realizar marchas masivas por el orgullo gay y lésbico; y apareció la Familia Galán, con una propuesta artística y cultural.

“Se desarrollaron actividades culturales, se intensificó la participación en entradas folklóricas con la morenada y kullawada; y además se realizaron diversos congresos nacionales de las comunidades TLGB”, dice el investigador Pablo Vargas, de la Comunidad Diversidad.

También se afianzó la organización social de travestis, transexuales, transgéneros y lesbianas, que rompieron la hegemonía de los gays.

El resultado de este movimiento global fue las incidencia en las políticas públicas, como la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, en 2006, que “permitió generar una visibilidad sin precedentes, articular un proceso planificado de incidencia política y mostrarse como un movimiento nacional organizado”, explica Vargas.

Otro de los hitos fue la instalación de una Asamblea Constituyente en Bolivia, en 2005, que con la participación de diversos movimientos sociales insertó la no discriminación por la orientación sexual e identidad de género en el artículo 14 de la nueva Constitución Política del Estado.

Estenssoro considera que al ser reconocidas las organizaciones homosexuales por el Estado, se produjo un avance en su aceptación social, lo que a su vez permitió a los homosexuales un mayor ejercicio de sus derechos.

Y aunque todavía está en discusión la demanda de la población travesti y transexual sobre el reconocimiento a su identidad de género y una ley que avale un matrimonio civil igualitario, Aruquipa afirma que, como los primeros caudillos, perseverarán en su lucha “por vivir en una Bolivia libre de homofobia”.

Historia del Movimiento GLBT en Bolivia
La Comunidad Diversidad presentará en mayo el libro Memorias Colectivas: una mirada a la historia del Movimiento TLGB de Bolivia, una investigación que recoge las historias, voces y vivencias de las diversidades sexuales y genéricas en Bolivia.

Este estudio fue enriquecido con la memoria de diferentes activistas del país, datos recogidos de hemerotecas, documentos oficiales de las organizaciones, análisis sociológicos y diversas visiones políticas sobre el tema.

Con la intención de rendir un homenaje y reconocimiento a la lucha de los primeros activistas, David Aruquipa, Paula Estenssoro y Pablo Vargas realizaron, en dos años, una investigación que estará acompañada con un material multimedia, un video documental y una exposición fotográfica sobre las organizaciones TLGB en Bolivia.

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