"En principio la aceptación es buena, pero cuando se mira más de cerca, se pueden poner interrogantes a la tolerancia", indicó hoy a EFE el portavoz de la organización holandesa para los derechos de los homosexuales, lesbianas y transexuales (COC), Philip Thijsma.
"En Holanda mucha gente tiene reparos en que una pareja del mismo sexo se bese en la calle, o que camine cogida de la mano", señaló.
Esta premisa se refleja en el caso de Christian Jara, un chileno homosexual de 34 años que a pesar de que en Holanda se siente "muy respetado y con la posibilidad de ser por fin quien quiero ser", también vive en propia carne condicionantes causados por su orientación sexual.
"Me siento condicionado por ejemplo a la hora de demostrar sentimientos en público a mi pareja porque me aterra la idea de un enfrentamiento con alguien que esté en contra de mi condición sexual", explicó a EFE.
Tampoco Wilco, un homosexual holandés de 49 años, se siente totalmente libre a la hora de mostrar en público gestos de cariño a su pareja, pero prefiere preservar su identidad.
"Nunca me he sentido discriminado, pero implícitamente siempre calculo lo seguro que es el lugar en el que nos encontramos, por lo que, sin que sea un impedimento, no es automático que bese o abrace a mi pareja en público".
Sus padres "reaccionaron positivamente" cuando a los 18 años les contó que era homosexual aunque reconoce que al principio "estaban preocupados por sus perspectivas" de futuro, temerosos de que su orientación sexual quizá le supusiese problemas a la hora de encontrar un trabajo.
Wilco, que trabaja en el ayuntamiento de la ciudad de Leiden, no se ha sentido discriminado en el terreno laboral, donde el estar casado con otro hombre no levanta suspicacias.
Sin embargo, esta situación de apertura no se da en todos los entornos, siendo las escuelas los espacios en los que los homosexuales, lesbianas o transexuales se sienten menos libres a la hora de mostrar su preferencia sexual.
"El 75% de los escolares holandeses ha sido acosado o ha recibido burlas por su condición", resaltó Thijsma, cuya organización (COC) organiza campañas informativas en las escuelas para mejorar esta estadística.
Los homosexuales y lesbianas de origen turco o marroquí tampoco lo tienen fácil, ya que están en una situación de "desequilibrio que oscila entre la aceptación en el país de acogida y el tabú que la homosexualidad supone en el entorno familiar", analizó a Efe Göne Fil, promotora del "Barco Turco", una iniciativa para apoyar a este grupo social a comunicar y hacer respetar su opción sexual.
"La mayoría de los homosexuales, lesbianas y transexuales biculturales escoge una doble vida que en ocasiones desemboca en la ruptura con la familia o en problemas con las drogas o la incapacidad de llevar una vida emocional estable", puntualizó Fil.
En el terreno legislativo, Holanda, que en 2001 se convirtió en el primer país europeo en aprobar el matrimonio homosexual, tampoco ha alcanzado igualdad absoluta entre parejas homosexuales y heterosexuales y sigue avanzando en los derechos para de los transexuales.
"Las parejas heterosexuales que recurren a un banco de semen para ser padres solamente tienen que inscribir al bebé a nombre de los dos, mientras que las lesbianas tienen que seguir un proceso de adopción por parte de la madre no biológica", explicó Thijsma.
También señaló que el cambio de esta ley ya ha pasado la criba del Parlamento y ahora tiene que ser aprobada por el Senado.
"Luisa", una lesbiana que tiene un hijo de un año y que prefiere no ser citada por su propio nombre, está en trámites para que su pareja holandesa adopte al bebé.
Esta española afincada en La Haya, se queja de que el requisito de adopción de su hijo biológico por su pareja es un proceso "lento y caro en el que se violan sobre todo los derechos del niño".
Por lo demás asegura que "en el día a día, en la preinscripción en la escuela del niño o en los trámites con la guardería", no ha tenido problemas ni se ha sentido discriminada.
Holanda también está a punto de aprobar otra ley, aún pendiente de ratificación por el Senado, según la cual los transexuales, para poder cambiar su sexo en su pasaporte, no tendrán que operarse, una medida que implica en algunos casos la esterilización y que Thijsma considera que es "una violación innecesaria de la integridad física" de esas personas.
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