lunes, 19 de mayo de 2014

El colectivo LGBT quiere dejar de ser invisible para el Estado

A Dayanna, un policía la convenció de que no lo denunciara por abuso, que nadie le iba a creer, que iba a ser su palabra contra la suya, que su palabra no valía nada, que nadie le creería a un travesti. A Luisa, el cuchillo anónimo le perforó 56 veces el cuerpo hasta arrancarle la vida y nadie investigó nada. Tampoco se supo quién mató a Mario a la salida de una disco gay en 2008, ni qué pasó la chica travesti que apareció estrangulada con un cinturón de varón en una celda policial en 2004, ni quién mató en su ducha a la activista trans Piter Alayza o qué pasó con el cuerpo de Sandy, la activista transexual que desapareció hace unos años sin dejar rastro. También está libre el joven que golpeó hasta dejar en coma a un chico gay el año pasado. Él no fue procesado por homofobia sino por lesiones graves. La condición de gay, de la víctima fue juzgada por la Policía como un atenuante del delito, no como un crimen de odio.

Tampoco Enrique y Emerson se pueden presentar libremente como pareja ante la sociedad, porque la familia de Emerson no lo sabe, porque en realidad no se llaman Emerson ni Enrique, pero deben ocultar sus nombres para no hacer daño a sus familias, por más que se estén haciendo daño a sí mismo. Dayanna no quiere mostrar su carné, porque ella cree, sabe, que no se llama Eduardo, porque nadie la conoce como Eduardo, pero no tiene derecho de llamarse Dayanna. Eso y muchas otras cosas es lo que el colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y trans quiere sentarse a discutir con el Estado, con los partidos políticos que participarán en las elecciones de octubre.

“Las demandas son muchas, pero las hemos resumido en tres para hacerlas posible: acabar con los crímenes de odio, el derecho al matrimonio igualitario y el derecho a la identidad de género”, explica Alex Bernabé, miembro de la Fundación Igualdad LGBT, que asegura que en Bolivia no existe ningún caso judicial que le indique que su colectivo puede tener acceso a la justicia. En realidad, pese a algunos artículos constitucionales, a la ley contra el racismo y toda forma de discriminación, nada ha cambiado para los LGBT y aún se sienten como un colectivo invisible para el Estado, invisibilizado y discriminado institucionalmente.

En piel ajena
Cuando Dayanna aún se llamaba Eduardo, cuando tenía 15 años, comenzó a depilarse las cejas y a pintarse las uñas con esmalte clarito para no despertar el morbo en San Ramón. Su madre creyó que su comportamiento era culpa de su amigo ‘quebradito’ con el que paraba y le prohibió juntarse con él. Dayanna huyó de su casa a los 18 años para comenzar su transformación. Se dejó crecer el pelo, se lo cortó con cerquillo que le cubre la mitad de la frente, se pintó los ojos y hoy sus cejas son dos líneas dibujadas sobre los párpados cubiertos de sombra. “Me encanta maquillar”, dice Dayanna. Su madre por fin la aceptó.

Cuando llegó a Santa Cruz de la Sierra, Dayanna descubrió que la vida de un travesti era también dura en la gran ciudad. Descubrió que los policías arrestaban a las travestis para violarlos, que los jóvenes ‘heterosexuales’ las raptaban, abusaban y golpeaban como diversión y que denunciar no servía de nada, porque los policías no investigaban a los policías y porque siempre era imposible encontrar a los muchachos abusadores por más que sean conocidos y del mismo barrio.

Dayanna también calculó que salía más caro y tomaba más tiempo un proceso judicial para cambiar de nombre y actualizar el dato del género en el prontuario que pagar una cirugía plástica que pongan en su pecho los implantes de silicona que tanto desea. “Espero que, cuando pasen las elecciones, el presidente Evo Morales nos reconozca ese derecho”, dice.
Enrique no es tan optimista. Activista gay como es, recuerda que todos estos temas ya estuvieron en cuestión durante la Constituyente, que estuvieron a punto de conseguir que sus derechos sean de verdad reconocidos por la Constitución, pero que una campaña que decía que el MAS quería reconocer esos derechos para que Evo Morales y Álvaro García Linera se pudieran casar echó por tierra el esfuerzo de meses de lobby en Sucre.

A Enrique no le importa la vida sexual de los políticos. Es más, ni siquiera está de acuerdo -o no mucho- con la amenaza de Ninón Vidangos de destapar qué político es gay o bisexual para que aprueben sus derechos. Él lo que quiere es casarse con Emerson, porque está enamorado, porque hace un año que viven juntos y también porque quiere tener derecho a Emerson lo afilie a su seguro.

Silene Salazar, de la Red de Lesbianas y Bisexuales de Bolivia, más allá de las razones legales y de goce de derechos en igualdad con el resto de la sociedad, también está el derecho afectivo, el derecho a disfrutar de un ritual en el que dos mujeres o dos hombres se puedan jurar amor eterno. A todo eso le ha cerrado la puerta el Estado Plurinacional con el artículo 63 de la Constitución y el nuevo código civil, que definen el matrimonio como la unión de un hombre y de una mujer.

“La población lésbica y bisexual está negada en sus derechos básicos. Para esta sociedad, la función de una mujer es casarse y tener hijos. Cuando uno dice yo soy lesbiana es sinónimo de nunca me voy a casar y lesbiana nunca me voy a casar”, dice Silene. Esa y otras condenas tácitas son las que quieren borrar

Ocho puntos de la agenda lgbt

1. Ley de identidad de género.

2. Ley de matrimonio civil o unión legal o de hecho entre personas del mismo sexo.

3. Control social y participación permanente en las comisiones u otras instancias que elaboran proyectos de leyes, códigos, decretos supremos, normativa departamental y municipal, indígena y regional para incluir sus observaciones y aportes para respeto a sus derechos.

4. Derecho a la adopción de parejas conformadas por personas del mismo sexo.

5. Ratificación de la Convención Interamericana contra toda Forma de Discriminación e Intolerancia de la Organización de Estados Americanos.

6. Promulgación de una ley nacional que incluya a los Principios de Yogyakarta como derechos humanos básicos para las personas con diversa orientación sexual e identidad de género en Bolivia.

7. Ley integral promulgada contra los crímenes de odio por orientación sexual e identidad de género y reparaciones históricas.

8. Reformas al régimen penitenciario para que permita las visitas conyugales entre personas LGBT.

Alertas

Exigencias para poder salir del closet y no ser discriminados

Que la universidad cumpla su rol e investigue
En otros países, como Argentina, las universidades públicas realizaron investigaciones sobre la forma de vida y calidad educativa de niños criados por parejas del mismo género. Eso ayudó a destruir tabúes.

El colectivo LGBT no es de mayor incidencia de VIH
Es un estigma que viene desde la década de los 80. Con estadísticas locales se puede demostrar que el colectivo LGBT no es el que más contrae VIH. Al ser una comunidad bien informada, han bajado sus cifras de afectación.

Por un lenguaje que no discrimine
Lo correcto es decir orientación sexual y no opción sexual. Gay y lesbiana es más representativo que homosexual. Colectivo o población es más correcto que comunidad y estigmatizar el artículo correcto para travesti es ‘la’.

Santa Cruz es una ciudad ‘open mind’ siempre que sea a ocultas
Alex Bernabé, miembro de la Fundación Igualdad LGBT, dice que Santa Cruz de la Sierra es el destino elegido por muchos miembros del colectivo que buscan dejar su entorno para insertarse en una ciudad más grande. Explica que aquí la gente se oculta, que se mimetiza y logra liberarse de esos infiernos grandes que son los pueblos y ciudades pequeños. Bernabé dice que Santa Cruz es una ciudad ‘open mind’, siempre y cuando las cosas se hagan a escondidas. Con luz de luna, es una ciudad gay friendly. Boliches como Alejandro, Space, Montecarlo, Trafic, GayLess, La Renga, Colombia o Cholero se llenan. “Todo es permitido en la oscuridad, pero de día no”, aclara Bernabé.

Enrique añade que hay muchos varones que se revientan en las discos gais los viernes y sábado pero que los domingos están tempranito en misa con su familia heterosexual. También reclama que la universidad Gabriel René Moreno se interese poco en investigar al colectivo y, disimuladamente, les cierra las puertas a sus actividades, como el Festival de cine de la Diversidad Afectivo-Sexual.

Barreras

LA constitución y las leyes aún limitan a la población LGBT
Hay avances en declaración de derechos en la Constitución Política del Estado y algunas leyes, pero aún las principales demandas legales de la población lesbiana, gay, bisexual y trans están por ser cumplida. Estas son las leyes que necesitan que se cambien para tener igualdad de derechos con el resto de la sociedad.

Constitución Política del Estado, art. 63
Establece que el matrimonio se da entre un hombre y una mujer, cerrándole los derechos que esta institución trae consigo, como el de heredar, compartir bienes y servicios y formar una familia.

El nuevo Código de Familia
Al ser concordante con la CPE, también limita la posibilidad de que parejas del mismo sexo puedan legalizar su unión. Esto también les quita el derecho a la adopción, ilegalizando su tenencia de niños y niñas.

Piden aprobar una ley de identidad de género
Esto permitirá a la población LGBT cambiar sus nombres y el dato del género en sus identificaciones personales. También buscan una ley que penalice específicamente a los crímenes de odio.

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