lunes, 6 de abril de 2015

En bodas gay prevalecen los rituales propios y los consejos

"Compré dos anillos y preparé algo con su hermana, quien sabía que nos íbamos a comprometer, era mi cómplice”, relata Tatiana Mamani C. sobre la noche en la que se comprometió con su novia, Lenny Huanca R.

Ellas ya llevan seis meses desde la fecha en que se unieron, en octubre del año pasado. Al igual que muchas parejas de gays y lesbianas decidieron dar un paso más organizando, una ceremonia para consagrar su relación.

En este tipo de actividades priman los ritos propios de cada pareja; además, se caracterizan por ser situaciones en las que las amistades más cercanas les dan consejos y tips por escrito en una tarjeta o a viva voz para que les vaya bien.
Tatiana tiene 24 años y le lleva a Lenny uno de diferencia. Ambas son psicólogas, aunque no fueron a la misma universidad. De hecho, ni siquiera vivían en la misma ciudad cuando conversaron por primera vez a través del Facebook. Después de "casarse”, Lenny viajó desde Cochabamba hacia La Paz para vivir con su pareja.

Esa noche, Tatiana, en presencia de la madre y hermanas de Lenny, le entregó el anillo y les pidió que fuesen testigos del enlace. Ahora, mientras una recuerda el momento, se miran mutuamente con expresión de cariño. Los anillos que ahora adornan sus anulares, coinciden, son un "símbolo de amor”.

Un año antes, en 2013, Wendy Molina planificaba su enlace con su pareja de aquél entonces. Los cojines en el suelo y las velas matizaron la noche en un local de Sopocachi en La Paz. Aproximadamente 90 personas fueron testigos de esa unión. "Hicimos un pacto con anillos pero no hubo una cuestión formal”, recuerda Molina.

Como en cualquier fiesta, los regalos no podían faltar. Molina cuenta que algunos de los que asisten dejaban tarjetas con mensajes para reflexionar. Recuerda que fue "bien significativo” más que por los regalos, por el contenido de los mensajes.

"Había bocaditos de diferente índole. Unas amigas nos hicieron el arreglo del espacio con velas, estaba muy bonito. Otras amigas nos prestaron almohadones para hacerlo estéticamente bonito. Nos sentamos sobre cojines y los invitados tenían unas 10 mesas bajitas”, añora Molina.

Entre los asistentes estaba presente Rodolfo Vargas, presidente del colectivo de Trans, Lesbianas, Gays y Bisexuales de La Paz. "Estaban en el suelo, sentadas sobre los cojines. Era mirarse la una a la otra y jurarse amor y querían que nosotros fuéramos testigos”, rememora.

Rodolfo también tuvo su noche soñada en 2010, cuando en presencia de 10 amigas y amigos cercanos organizó la celebración en su casa. La intención era esperar a que ellos sean como testigos del compromiso que iban a asumir.

La decisión de invitar al círculo "más íntimo” de amistades se debió a que la confianza y la familiaridad es clave en este tipo de celebraciones. "Ellos nos aconsejaron. Cada uno empezó a hablar desde su experiencia, qué hay que hacer, qué no hay que hacer, nos daban consejos y todo”, recuerda.

Por lo general -explica- en una pareja "hetero” uno acude a los padres y ellos aconsejan, y como ellos no podían hacer eso recurrieron a los amigos. "Preparamos una comida y charlamos, no sabían para qué estaban viniendo”, explica.

Con pasión y sin prisa

Tamara Núñez del Prado (37 años) y Nadia Cruz (32) se conocieron en septiembre de 2013. Después de coincidir en algunas ocasiones, por temas laborales (son abogadas), Tamara decidió invitarla a cenar. Cuando lo cuenta, la mira y sonrie al recordarlo. Ella se autodefine como "más romántica”. Nadia no considera necesario que alguien valide una relación para que una unión sea legítima. Desde su formación política de izquierda, admite que es una persona con la cual sí se compenetró y con la cual descubrió su nueva sexualidad.

Tamara sueña con "casarse” y hacer una ceremonia formal. Nadia es más recatada y prefiere que las cosas se den como "tengan que darse” ya que no es una aspiración. "Yo sí quiero casarme de blanco”, retruca Tamara.

Boda en discoteca

Laura Álvarez, presidenta nacional del colectivo TLGB, recuerda haber asistido de casualidad en 2012 a una unión entre dos mujeres, en una discoteca de La Paz. Esa noche hubo torta, regalos; y entre "hurras” y aplausos se oficializó el noviazgo de la pareja.

Álvarez, rememora que entre broma y broma, les decían frases como: "felicidades”, "aprendan a vivir”, "nunca dejen de amarse”, "nunca se toquen, no se peguen”, "compartan todo”.

Quien las "casó” fue una persona mayor de la comunidad. Ataviadas ambas con pantalón, saco y corbata. Luego de recibir la aprobación y el aplauso de los asistentes, el ritmo de vals se adueñó de la sala de esa discoteca y comenzaron a bailar.


Punto de vista
David Aruquipa Pérez Activista en DD. HH.
"Depende de la ritualidad de cada pareja”
En esa situación no hemos siquiera pensado en una ritualidad propia. Creo que eso es de acuerdo a cómo vas a conectarte espiritualmente con la otra persona, con tu pareja. Eso es la ritualidad que cada pareja sueña para sí misma. Entrará a la iglesia de blanco es lo normal que tienes que cumplir para satisfacer a la sociedad y la gente. Pero en nuestro caso, es buscar cuál es la ritualidad que vas a pensar para que le des un buen augurio.

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