domingo, 23 de agosto de 2015

Willmer y Rolando sellaron su amor con ceremonia humanista

La pareja que está unida desde hace 14 años tuvo una celebración simbólica en la que ratificaron su deseo de compartir el resto de sus vidas entre los dos.

Aunque ambos pertenecen a distintas religiones, aseguran que lo importante es haberse casado ante Dios. Varias relaciones gays replicaron esta práctica en Cochabamba debido a que la unión legal no está reconocida en el país.

“Nosotros nos hemos casado ante Dios. Lo que digan los demás no nos importa”, asegura con voz resuelta Willmer, de 49 años, quien en 2006 participó de una ceremonia humanista para sellar el amor que siente por su pareja, Rolando de 35.

La actividad planificada para solo 10 personas terminó siendo un evento en el que participaron cerca de 300. Todos sus amigos querían ser parte de la primera celebración pública de unión voluntaria entre dos personas del mismo sexo en Cochabamba.

Esta ceremonia, que tiene solo un valor simbólico, fue para ambos un acontecimiento similar al de una boda heterosexual.

Sus amigos y familiares les apoyaron con el local, la música, la bebida y el bufet.

Rolando y Willmer escucharon por unos cinco minutos la reflexión de un varón y mujer humanistas que sellaron el amor de la pareja gay.

Desde ese primer evento, la comunidad conoce que al menos unas diez ceremonias de este tipo se han realizado en Cochabamba, como un acto simbólico “para sellar el amor que se tiene una pareja”.

“Yo le dije, crees en Dios, y él me dijo sí. Entonces respondí, yo también creo y es a Él a quién le declaramos nuestro amor”, rememora Willmer al ser consultado cómo surgió la idea de esa celebración.

Willmer, de religión católica, y Rolando, protestante, aseguran que fue muy difícil para ellos sacar adelante su relación marcada en ambos casos por los tradicionalismos en los que habían sido criados.

Ambos coinciden en que fueron educados en colegios en los que solo se les enseñaba a amar y formar una familia con una persona del sexo opuesto y por eso lucharon contra sí mismos para aceptarse como gays.

Pese a las reglas que siempre le impusieron en su hogar, Rolando pudo “salir del clóset” a los 20 años. Antes, había intentado huir del país. Pensaba que estaba solo y que no había nadie como él. Veía solamente movimientos gays en Brasil y Argentina. Su intento de escapar lo llevó solamente hasta Santa Cruz, luego decidió retornar.

Acudió al teléfono confidencial que se promocionaba por radios en esa época y por ese medio una psicóloga le dio la referencia de la comunidad que había en Cochabamba.

“Siempre supe que era gay, que no era igual que los otros”, afirma Rolando.

Para Willmer, la “salida del clóset” fue un proceso que le demoró mucho más tiempo, pues se declaró gay después de los 30 años, tras haber sostenido una relación de pareja con una mujer por una década.

En ese tiempo él ya tenía una carrera y trabajo. Decidió entonces independizarse y hacer una vida gay de bajo perfil. Comenzó a frecuentar “lugares de ambiente” en La Paz y llegó a ser activista de la comunidad para la Asamblea Constituyente, proceso en el que intentaron que la unión entre parejas del mismo sexo sea reconocida, pero no tuvieron el éxito que esperaron.

Willmer llegó incluso a ser arrestado en esa época solamente por estar en una discoteca gay en la ciudad de La Paz.



SE ENAMORARON

DESDE EL PRIMER DÍA

Las malas experiencias que vivió en La Paz hicieron que migrara a Cochabamba, donde el ambiente era más tranquilo y fue allí que conoció a Rolando.

Ambos, diseñadores gráficos de profesión, tenían un amigo en común, Pablo, quien comenzó a despertar el interés del uno por el otro.

Pablo les hablaba a cada uno por separado y les decía que los quería presentar. Varias veces fueron citados en su oficina, pero no coincidían con los horarios.

Entonces inventó un cumpleaños al que fueron invitados los dos.

Todos sus amigos fingieron la fiesta a la que ambos llegaron nerviosos y ansiosos por conocerse.

Cuando los presentaron, la conexión fue automática y desde el 23 de noviembre de 2002 no se volvieron a separar.

Son 14 años que están juntos y ocho conviviendo bajo el mismo techo.

SU HOGAR

La casa de Willmer y Rolando, un departamento que está en proceso de compra en el centro de la ciudad, es como el hogar de cualquier pareja heterosexual.

En dos pequeños cuartos y una sala que colinda con la cocina, la pareja realiza a diario su vida. Parte de su trabajo que tienen como diseñadores gráficos y artistas (pintor y dibujante) lo elaboran allí.

Por ello, las paredes y repisas de su casa están llenas de sus obras y de fotografías de la pareja compartiendo con familiares, viajes y algunos matrimonios a los que asistieron.

Y es que la pareja es muy querida por sus familias. Willmer dice que sostener una relación fuera del ámbito familiar siempre fracasa por lo que los dos buscaron la aceptación de sus padres, hermanos, tíos y primos.

“Puedo decir que soy feliz porque nuestra pareja ha sido asimilada en nuestras familias”, apunta.

Comenzar a vivir juntos no fue fácil. Al principio trataron de “escapar” de la ciudad y residir en Totora, pueblo natal de la madre de Willmer, pero una amiga que tenía una casa grande les ofreció un garzonier independiente.

“La casa está sola todo el día y como ustedes están pensando vivir juntos por qué no se vienen con nosotros”, le propuso.

La pareja aceptó feliz y se mudó inmediatamente. Compraron algunos muebles y con la ceremonia también llegaron algunos bienes de valor para la pareja.

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