domingo, 3 de julio de 2011

La realidad de travestis es dura

El reconocer y asumir el hecho de ser travesti o transgénero en la sociedad cochabambina, condena a las personas que lo hacen a la soledad, prostitución, enfermedades venéreas y discriminación.

El travesti o transgénero, (que consiste en identificarse con el sexo opuesto y vivir con esa identificación sin necesidad de hacerse una cirugía de sexo), se somete a situaciones desagradables, duras y tristes, que debe atravesar por el resto de su vida.

Según testimonios de varios jóvenes, que hoy son travestis, desde el momento en el que la persona se identifica con el sexo opuesto, en este caso el femenino, comienza a escuchar críticas y recibir rechazo de su entorno familiar y social.

El miedo al rechazo hace que estas personas tengan una lucha interna con su identidad.

A pesar de sentirse identificados con el sexo opuesto tratan de resistirse y hacer una vida normal, pero por el sufrimiento que les genera esa situación terminan declarándose travestis o transgénero.

La identificación del travesti se realiza por lo general en la adolescencia, entre los 12 y 15 años.

El primer problema por el que atraviesan estas personas es la intolerancia de sus padres y hermanos.

En familias donde existe mucho machismo, los travestis son rechazados y terminan siendo expulsados de su casa o ellos deciden abandonarla.

Los que dejan su hogar y los que permanecen bajo la aceptación de sus padres, deben superar una nueva meta que es la aceptación en el colegio.

Cuando el travesti se siente rechazado por sus compañeros y profesores también decide abandonar el colegio. Pocos continúan estudiando, pero para ello deben ocultar su identificación hasta obtener el bachillerato.

TRABAJO SEXUAL

Antes y después de salir del colegio, los travestis buscan relacionarse con personas que tengan su misma identificación, de esta manera conocen el mundo de la prostitución, un trabajo que les da mucho dinero y que no los discrimina por su identidad de género.

Una vez que comienzan en el trabajo sexual, el consumo de drogas y alcohol se realiza a diario.

Cuando la prostitución se convierte en su forma de vida, optan por tratamientos de inyección de silicona líquida para poder darle a su cuerpo más feminidad.

En este proceso, los travestis tienen problemas de salud e incluso algunos llegan a morir.

Los que logran salir con éxito del procedimiento de inyección de silicona líquida continúan en la prostitución, y en esta actividad conocen a hombres con los que después mantienen una relación amorosa.

PAREJA

Los travestis tienen parejas heterosexuales que aceptan su situación y tratan de mantener una relación. Para estar con un heterosexual, el travesti debe tener un cierto dominio sobre el hombre.

A cambio del cariño y la comprensión, que el travesti no tuvo en su familia, le proporciona a su pareja todo lo que éste le pide.

La vanidad del travesti de tener un hombre al lado como pareja y presumirlo en su circulo social hace que estas personas lleguen a gastar todo el dinero que tienen para dar todo lo que le piden.

Las relaciones entre travestis y heterosexuales pueden durar entre uno y ocho años, pero hasta la fecha ningún travesti en el departamento ha logrado establecer una relación estable.

Según la responsable de la Union de Travestis de Cochabamba, Rayza Torriani, los heterosexuales mantienen una relación con ellos hasta obtener todo lo que quieren o hasta que la travesti presente algún problema de salud.

“Quizás inconscientemente el travesti paga por lo que quiere recibir y por lo que quiere escuchar de su pareja”, dijo.

Cuando el travesti no encuentra cariño y comprensión en un hombre trata de descargar todos sus sentimientos sobre sus mascotas. Muchos travestis tienen perros, gatos y loros como mascotas para no sentirse solos.

Por el abandono y el rechazo que existe hacia los travestis y transgénero, estos mueren en la soledad y sin volver a ver a sus familiares.



IDENTIDAD

Otro de los problemas fundamentales por el que atraviesa esta población, es su reconocimiento legal.

Torriani explicó que los travestis que en su proceso de identificación con el sexo femenino adoptan otro nombre, pero no están reconocidos con el mismo ante la sociedad mediante un documento que tenga una validez legal.

Cuando en su vida cotidiana los travestis comienzan a hacer un trámite, una transacción económica o un viaje deben explicar su situación de identidad a los funcionarios de instituciones y empresas.

Muchas personas, por ejemplo, cuando funcionarios exigen la cédula de identidad quedan desconcertados al verificar que el nombre que señala el documento no coincide con la apariencia de la “mujer”. Esta situación deriva muchas veces en insultos, risas, entre otros que dañan al travesti.

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